Vuelve Biocultura a Madrid
con muchas novedades
La primera es que Montse Escutia es la nueva presidenta de la Asociación Vida Sana así como la nueva directora de BioCultura.
En esta entrevista, Montse nos explica su evolución en la entidad y los cambios que va a llevar a cabo tanto dentro de Vida Sana como en la dirección de la feria, que, del 6 al 9 de noviembre, vivirá la edición número 41 en Madrid (Ifema).
-¿En qué ha consistido hasta ahora tu trabajo en Vida Sana
y en qué va a consistir a partir de ahora?
-Hasta ahora he estado coordinando el Departamento Técnico y de Formación. En
los inicios, en los años 90, el trabajo se centraba mucho en organizar
formaciones. Por ejemplo, ayudamos y estuvimos coordinando el Master de
Agricultura Ecológica de la Universidad de Barcelona en sus primeras ediciones.
Desde el 2008 nos hemos centrado mucho en el desarrollo de proyectos como
Cultivabio, Ecoestética, MenudaTierra, Mamaterra, CompartoClima etc. Ahora
estamos en una fase de transición, cerrando todavía proyectos y asumiendo más
las tareas de dirección y representación de la asociación. Con el tiempo
tendremos que ajustar un poco en qué centro mis esfuerzos y estudiar quién
asume las responsabilidades en la gestión de los proyectos.
-¿Tu labor con respecto a Vida Sana y a la dirección de BioCultura va a seguir
unas trazas “continuistas” con respecto a la labor realizada por Ángeles Parra
y/o va a tener una dimensión muy diferente?
-Mi idea no es llegar y
cambiarlo todo. No soy una persona nueva. Llevo muchos años trabajando y
colaborando con Ángeles. Pero yo soy una persona distinta y con una manera de
trabajar distinta. Seguro que va a haber algunos cambios, pero se irán viendo
poco a poco.
-41 años de BioCultura es mucha historia. ¿En qué medida es una mochila
demasiado cargada, o no, para ti?
-Está claro que es una gran
mochila, pero yo llevo también muchos años formando parte de ella. Y con el
tiempo también he aprendido que no sirve de nada vivir anclados en el pasado.
Hay que mirar hacia el futuro y ver qué papel podemos seguir jugando para
impulsar el sector ecológico. Tenemos muchos retos por delante y va a ser
necesario abordarlos con una nueva mirada adaptada a los tiempos que corren.
-Con respecto a la próxima edición de BioCultura, en Madrid, ¿vamos a ver ya
algunos cambios en la dirección de la feria?
-No, es demasiado pronto. Ángeles va a seguir manteniendo la dirección de la
feria en este 2025. Va a ser la oportunidad de llevar a cabo el relevo más a
nivel institucional, pero, a nivel organizativo, la feria está lista desde hace
meses.
-¿Cuál es tu visión particular de mundo ecológico actual y del sector? ¿Cuáles
son los principales retos y dónde se dirige?
-Como está siendo normal en
la sociedad que nos ha tocado vivir, nos encontramos en un momento muy
paradójico. Por un lado, las personas están más sensibilizadas que nunca frente
a los problemas ambientales y dispuestas a cambiar sus hábitos de consumo. Y
por otro hay tal cantidad de desinformación que es casi imposible saber cómo
hacerlo bien. Las empresas del sector ecológico nadan en un mar muy revuelto,
con una competencia feroz por parte de los que se han sumado al carro sin ser
verdaderamente ecológicos. El “greenwashing” está a la orden del día y la
Administración no solo es incapaz de poner orden, sino que a veces ya le va
bien y todavía genera más confusión. Ahora todo es alimentación sostenible y
bajo ese paraguas todo vale. Incluso la carne de una macrogranja que ha
contaminado todos los acuíferos con nitratos es sostenible porque resulta que
tengo la granja al lado de casa. Para mí sería como hacerse trampas jugando al
solitario. La proximidad está muy bien, pero deberíamos exigir unos mínimos. No
es alimentación sostenible si no es ecológica y de proximidad. Es un debate muy
complejo porque tiene muchos matices. Como sector de la alimentación ecológica
no hemos de tener miedo de hablar sobre nuestras contradicciones. La normativa
tiene aspectos que no se han desarrollado como los derechos laborales de los
trabajadores o qué pasa cuando un producto viene de la otra parte del mundo.
Pero a nivel europeo todo cuesta mucho. Y en todas las oportunidades de
revisión del reglamento no ha sido posible hacerlo aunque existiese esa demanda
por parte del sector. A veces olvidamos que tener un reglamento que regule
la producción ecológica fue un gran logro y debemos estar muy felices de
tenerlo. En realidad, no sé ni cómo se consiguió. Creo que hoy en día sería
imposible. Lo importante es que la mayor parte de productores ecológicos son
personas sensibles, afortunadamente, y no necesitan que todo esté recogido en
el reglamento para hacerlo bien.
-¿Qué le falta al sector ecológico actual para que, en España, se puedan
adquirir las cifras que tienen países como Alemania, Dinamarca, Francia…
cuando, en realidad, nosotros somos la despensa “bio” de Europa?
-Es una pregunta difícil y
seguramente hay muchos factores. Por un lado, nuestro poder adquisitivo es
mucho menor y muchas personas no llegan a final de mes. Y comer mal es más
barato que comer bien. Por otro lado, la industria agroalimentaria tiene mucho
peso en nuestro país y hay muchas cosas que no interesan. Tampoco tenemos
gobernantes valientes que apuesten por que la población coma bien por encima de
todos los intereses. En el Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y
Sostenibles que aprobó el Ministerio de Consumo solo se exige un 5% de
alimentos ecológicos. Es una ridiculez teniendo en cuenta que somos un país
productor. Las entidades pedíamos un 25% pero no se consiguió. Teniendo en
cuenta los problemas que los residuos de pesticidas tienen en la salud de los
niños, hasta un 25% debería ser poco.
-Con respecto al mundo ecológico en el mundo actual, tan convulso, ¿cómo crees
que afecta, positiva o negativamente, todo lo que se mueve en las redes
sociales…? ¿Ayuda o confunde?
-Es la doble cara de la misma
moneda. Ayuda si das con la persona adecuada y sigues sus mensajes, pero
confunde si caes en manos de personas que se atreven a decir cualquier cosa sin
estar bien informadas. Las redes mueven mucho dinero y hay muy poca ética.
Además, se usan como arma para manipularnos y dirigirnos hacia lo que quieran
los que tienen el dinero.
-En lo personal, ¿en qué medida lo “bio” forma parte de tu vida y la de los
tuyos?
-Yo descubrí la agricultura
ecológica cuando estaba estudiando Ingeniería Agrónoma y fue como si se abriese
una luz porque siempre he sido ecologista y me ponían los pelos de punta muchas
de las cosas que estudiaba. He tenido la suerte de conocer de cerca cómo lo
hacen muchos productores ecológicos y creo que vale la pena apoyar su trabajo.
El trabajo en la asociación también me ha hecho conocer otros muchos proyectos
de consumo responsable. Así que en casa somos consumidores ecológicos, tanto de
alimentación como de cosmética. Compro una gran parte de lo que comemos
certificado ecológico y también tenemos un huerto ecológico de donde provienen
una parte de las verduras y frutas que consumimos.
-¿Cómo y por qué entraste en Vida Sana? ¿Cómo ha sido la evolución de la
entidad y cuál será su futuro en tu opinión?
-Yo estudiaba en la Escuela
Técnica Superior de Ingeniería Agrónoma de Lleida y vi un folleto que anunciaba
un curso de postgrado de especialización en agricultura ecológica. Y me apunté.
Al cabo de unos meses de haberlo finalizado me llamaron de la asociación porque
buscaban una persona que gestionase los cursos de formación que ofrecían. Y así
empecé, trabajando a media jornada, porque yo trabajaba en otro sitio. Hasta
que pasé a trabajar a jornada completa y hasta ahora. BioCultura siempre ha
sido una actividad muy importante de Vida Sana y en realidad no ha cambiado
mucho. Lo que ha hecho es ir creciendo hasta que llegó la pandemia y las
ferias, en general, cambiaron todas. Estamos trabajando en atraer nuevos
públicos, especialmente los más jóvenes, y ofrecer actividades que sigan siendo
de interés a pesar de que hoy en día es mucho más fácil acceder a la
información. Cuando yo entré, además, se organizaban muchas formaciones y mi
trabajo fue impulsarlas. Luego pasamos a desarrollar proyectos y cada vez hemos
asumido más. También ha habido una evolución respecto a nuestros campos de
actuación, muy centrados en la producción de alimentos al inicio, y que luego
se ampliaron a la cosmética y el textil. Hoy en día diría que nos ocupamos del
consumo responsable en general, aunque la alimentación sigue siendo nuestro eje
central.



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