El territorio que comprende la Ribera
del Duero ofrece al enoturista y visitante la oportunidad de conocer atalayas y
fortalezas que merecen atención no solo por su arquitectura, sino por el pasado
patrimonial que conservan sus muros.
Con la llegada de la primavera, la Ruta del
Vino Ribera del Duero propone
un recorrido en familia o entre amigos por los seis castillos más representativos
de la región, algunos de ellos reconocidos como Bien de Interés Cultural y
presididos por grandes campos de viñedos, una de las principales referencias
autóctonas de la región.
Si
el visitante se adentra en las provincias de la Ribera del Duero, encontrará numerosas fortificaciones, representativos elementos arquitectónicos que evidencian
la riqueza histórica de la zona y descubren la región a través de un itinerario
histórico y patrimonial.
De
forma complementaria, la visita a fortalezas y atalayas pone a disposición del
visitante el Centro de Interpretación de
Castillos, situado en el castillo
de Peñaranda de Duero, que muestra de un modo dinámico y diferente
cómo era la vida en estas fortificaciones y explica la historia del territorio
ribereño. Asimismo, cuenta con el Museo Provincial del Vino, en
el castillo de Peñafiel, que propone un recorrido a través de la historia y
cultura del vino y finaliza con la visita a la fortaleza.
Castillo y murallas de Haza, mirador a
la Ribera del Duero
En
el perímetro del cerro donde está enclavada la localidad de Haza se sitúan las ruinas
del castillo y las murallas, declaradas Bien de Interés Cultural desde 1949.
El territorio
donde se ubica este conjunto es uno de los mejores lugares para disfrutar de espectaculares vistas de toda la Ribera del
Duero.
Torreón de los Guzmanes, el origen de
Caleruega
La torre defensiva de Caleruega, también conocida como Torreón de los Guzmanes,
representa el núcleo de todo este conjunto el cual se remonta al siglo X y es
considerado el origen del pueblo.
En los
últimos años, la torre ha sido restaurada y actualmente en su interior se
encuentra el Museo de Escultura, una
buena propuesta para una parada durante la visita a Ribera del Duero. Además,
desde el Torreón de los Guzmanes se divisa el Paraje Natural de las Loberas, de
destacado interés ornitológico.
Palacio de Zúñiga, una fortaleza señorial
En el
centro de la localidad de Curiel de Duero el visitante descubrirá el Castillo
Palacio de Zúñiga, construido en 1410. Declarado Bien de Interés Cultural en 1949, fue Palacio de Justicia Mayor
hasta el S. XIX.
Inicialmente
se caracterizaba por una gran planta rectangular presidida por grandes
torreones y un patio central porticado. Actualmente, durante la visita a este
espacio señorial encontraremos la fachada flanqueada por dos torreones.
Torre Castillo de Langa del Duero, muestra de castillo
cristiano
Se trata de
uno de los ejemplos de castillo
cristiano que se mantiene en pie. Erigido en el S. XI., la fortaleza de gran robustez fue
declarada Bien de Interés Cultural en
1945.
Los amantes
de la arquitectura defensiva podrán visitar el recinto en su totalidad: la
parte exterior, que se conserva como en sus inicios, y la parte interior que
tuvo que ser reconstruida.
Castillo de Peñafiel, cultura y vino
La
fortaleza data del S. X a pesar de que la fábrica actual es del S. XV. En su
interior se albergan espacios diferentes pero complementarios entre sí. Cuenta
con tres pisos, cada uno destinado para un uso. En la planta baja puede
realizarse una cata de vinos y degustación;
la entreplanta dispone de una sala de recepción y el último piso está ocupado
por una biblioteca de investigación.
Antes de
seguir con la ruta, es recomendable detenerse y contemplar las magníficas vistas que se divisan del
valle del Esgueva y de los extensos campos de cultivo.
Castillo de Peñaranda, la excelencia en arquitectura
En una de
las colinas próximas a Peñaranda de Duero se vislumbra esta fortaleza cuya primera
construcción data del S. XI y desde la que se divisan campos de viñedos, cultivos
de cereales y pequeñas huertas. Es considerada una de las mejores obras históricas de Burgos, por ello en 1931 se
declaró monumento histórico-artístico.
La torre
del homenaje representa el elemento arquitectónico más destacado por la
solidez, proporción y esbeltez que presenta. Ésta consta de una planta baja y
tres pisos y todo su conjunto hace que sea una de las más equilibradas y
airosas de la provincia.
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